“En política siempre se elige entre
inconvenientes” J. Reyes
Heroles.
Recientemente, leí un artículo de Sergio Silva
Castañeda –doctor mexicano en Historia en
Harvard- titulado el Optimismo sin
documentar, en respuesta a un artículo de Shannon O’Neil en Foreign Affairs
Latinoamérica (“México lo logra”, Vol. 13, Núm. 2) donde florece la opinión de
que México está desarrollando una
economía de mercado globalmente competitiva, tiene una creciente clase media y
una influyente base electoral pro democracia. Por tanto, Estados Unidos debe
dejar de ver a México como un problema y lo debe ver como un socio.
Ante ello, Silva, opina que no está mal ser
optimistas. Winston Churchill decía, palabras más, palabras menos, que había que ser optimistas, incluso si la
única razón para serlo era la poca utilidad de no serlo. Endilga a Shannon
un agradecimiento previo a su crítica por ser optimista, al menos como forma de
aceptar que el fatalismo no es de mucha ayuda en el México de hoy. Y remata
señalando, que el optimismo corre el peligro de volverse tan inútil como su
antónimo cuando los buenos deseos nos hacen ignorar la evidencia abrumadora en
contra. El optimismo sin documentar es
la vía más rápida a la decepción y al pesimismo.
Aduce Silva, que al final del sexenio pasado y durante los primeros meses del actual se observó una estampida de opiniones en prensa internacional desbordando optimismo sobre el futuro económico de México. The Economist, Financial Times, Foreign Affairs y, particularmente, el New York Times, todos publicaron artículos donde se describía a México en el umbral de un despegue económico brutal. En un caso extremo, este optimismo desbordado alcanzaba para colocar a México en la competencia con India y China por ser la economía más importante del siglo XXI.
Continúa Silva diciendo, sin embargo, ese
optimismo parecía particularmente anómalo considerando que el desempeño
económico de México en los últimos años dista de ser espectacular. El súbito
consenso además coincidía con el regreso del PRI al Poder Ejecutivo. Perfecta
receta para despertar a los teóricos de la conspiración. Pero supongamos que no
se trata de una conspiración sino de una estrategia, una campaña de medios que
resalte las potencialidades de la economía mexicana y aleje la imagen del país
de la nota roja permitiría atraer inversiones de tal forma que el resultado
sería una especie de profecía autocumplida. Altas expectativas se traducirían
en altas inversiones y éstas, a su vez, permitirían cumplir esas altas expectativas.
Unos cuantos meses han pasado y el optimismo
parece colapsarse. Después de una portada de The Economist en noviembre pasado
con un artículo títulado “The Rise of Mexico”, en mayo los editores de la misma
publicación se preguntaban si la
economía mexicana era un tigre azteca o un simple gatito. ¿Qué fue lo que
pasó? Simplemente que el optimismo no
aguantó los primeros datos económicos del sexenio. Un trimestre de mal desempeño
económico fue suficiente para obligar a editorialistas mexicanos y extranjeros
a moderar su optimismo. Aunque aún no tenemos datos oficiales sobre el
desempeño de la economía en el segundo trimestre –se esperan el 20 de Agosto-,
las estimaciones de algunos analistas nos muestran que las cosas no mejorarán
mucho en la segunda parte de este semestre, y se corrobora con el anuncio de
hace 4 días por parte del Banco de México –BANXICO-que dejó su expectativa de
crecimiento económico entre el 2 y el 3% del PIB; la SHCP –Hacienda y Crédito
Público- anda su expectativa en 3.1%. Si el optimismo desbordado fue una
estrategia, ésta ya fracasó.
Continuaremos abordando esta temática, esperando
que ciertos indicadores de EEUU mejoren dada la alta dependencia que guarda la
economía mexicana hacia ellos. En tanto, mis estimados siete lectores,
guardemos encapsuladas unas dosis de optimismo puro, porque al parecer las
necesitaremos para el 8 de septiembre que presente el gobierno federal el paquete
económico para 2014; hoy resulta un inconveniente y contradicción mostrarse optimista,
ya que permea el fatalismo de que se dificulte la perspectiva de mejora en las familias
mexicanas. Soy optimista, pero caminando
ando documentando, decidiendo entre inconvenientes, para poder hacerme de una
idea propia.
Quien se
jacte de tener soluciones para mover la economía interna de forma inmediata,
sonará a demasiado optimista, seguro se va a ir por el lado de que el Estado
gaste más, pero enfrentará el muro peligroso de la Inflación, y eso no lo
permitirá el BANXICO, aun a costa de que no se generen empleos. Indudablemente que la decisión de Banxico de
bajar la expectativa de crecimiento entre el 2 y el 3%, no avala el optimismo
fraguado pero si enfrenta un escenario de fatalismo precario, al aceptar de
antemano que el PIB quedará corto, no obstante que frene las decisiones de
gasto e inversión. Mientras dura lo
duro, cuida los empleos a tu alrededor consumiendo lo local #CompraNayarit.
¡En Nayarit podemos, si
podemos!… http://certezafinanciera.blogspot.com.
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