En mi colaboración anterior, hablé de los diferentes ámbitos que inciden en la obtención de los ingresos públicos y en específico, en la autorización de financiamientos a los municipios. Una decisión gubernamental de financiar las necesidades de recursos mediante el crédito externo en lugar de hacerlo utilizando la política de incrementar la recaudación tributaria o incrementar los costos de los servicios públicos no está al margen de los intereses políticos. En toda sociedad, la política financiera se ve influenciada por los partidos políticos, sindicatos, cámaras, instituciones financieras, organizaciones no gubernamentales, cacicazgos y uno que otro ciudadano. Hoy, trataré sobre el Gasto Público, que desde mi punto de vista es la otra reforma fiscal que necesita México y nuestro Estado de Nayarit. La clasificación económica nos indica que el Gasto Corriente o de Operación, es aquel que tiene como propósito asegurar el funcionamiento y operación de la estructura estatal –salarios, papelería, electricidad, viáticos, celulares, etc-. El Gasto de Transferencia, que es el desplazar recursos de un sector a otro –pago de deuda o gasto social-. Y por último el Gasto de Inversión o de Capital, que son aquellas erogaciones destinadas a incrementar la infraestructura física o intelectual del estado –educación, inmueble, drenaje, planta de tratamiento, etc-. Porque no alcanza el dinero? Es como en su casa, mis escasos lectores, tenemos una serie de necesidades determinadas por lo indispensable y por lo deseable –agua, luz, comida, vestido, mejor casa, mejor escuela, auto nuevo-, nuestros recursos son limitados y de uso alternativo, lo que obliga a una elección racional de esos recursos. Sin embargo el Estado no actúa en ese sentido, porque no goza de la buena voluntad de los gobernados en el pago de los tributos, y no se maneja conforme a la oferta y demanda, sino a una distribución lógica y visionaria de recursos escasos, y establece para ello un plan de gasto público –que se ajusta a las expresiones sociales- y se ejerce con dotaciones presupuestales. Que ocurre cuando ante la escasez de recursos impera el interés político en casi todas las áreas productivas (coludido con la ambición desmedida en la petición de dotaciones), cunde la desconfianza y se pierde la perspectiva de lograr un desarrollo concertado y que en estos momentos es necesario para destrabar un área prioritaria para Nayarit como lo es el campo. Sé que tenemos líderes, es necesario –en mi utopía visionaria- un pacto financiero (político-económico) y limpiar de actitudes retrógradas e inertes al sector agropecuario. Concertar no es difícil, lo complicado es tener confianza, primero en uno mismo y segundo en los otros. Lo malo es no saber quiénes son los unos y quienes los otros, como hacer fácil lo difícil? He ahí el dilema en el campo, que dosis de productividad y cuanta política requiere para hacerlo competitivo? Va pues por Don Puguita, economista empírico que antes de tener un peso sabía el uso que le iba a dar. En Nayarit podemos, Si podemos…
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